jueves, 12 de marzo de 2009

Violencia

Michael Moore hablaba en Bowling for Columbine de los riesgos de las armas y de la hipocresía de la sociedad americana, más preocupada por el puritanismo excéntrico que por las pistolas de sus hijos. Siguen ocurriendo los asesinatos múltiples de inadaptados en Estados Unidos. Pero también ocurre en Europa, y se supone que la legislación con respecto a las armas es bastante más restrictiva. En Alemania, el impacto por los crímenes de Winnenden ha sido brutal. Lo que más me aturde de estos hechos es el patrón que siempre siguen. Llegan las reacciones de rigor: era un chico normal, nunca sospecharíamos de él, o bien, era un chico introvertido, muy extraño y con ataques de agresividad, siempre le tuve miedo.

¿Vivimos en una sociedad violenta? Yo creo que sí. La violencia es un instinto que nos acompaña desde los orígenes de la humanidad. Pero es tarea de las sociedades la educación para una sociedad en paz. En las familias y en las escuelas. Y es necesaria una legislación responsable que restrinja al máximo el uso de las armas. En España, por suerte, no hemos presenciado ningún hecho parecido, pero podría llegar a pasar. Columbine fue el origen de esta fiebre de fanáticos suicidas, pero generó fascinación y terror a un tiempo. Moore explicaba en su película que en Canadá el número de pistolas es similar en proporción a las de los Estados Unidos, y no se producían este tipo de sucesos. El número de armas no es proporcional a su mal uso, pero genera un riesgo porque se desconoce quién es y cómo es el que está dispuesto a usarla. Es curioso que algunos de los personajes más destacados del siglo XX hayan muerto a punta de pistola: Gandhi, Kennedy, Malcolm X, Luther King. Por no hablar del terrorismo. No podemos quedarnos quietos cada vez que un joven arrasa la vida de quince personas, pensar que no será la última vez y verlo en la televisión como un delirio más de los países violentos. Hay que poner soluciones, no sólo prohibir las pistolas.

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