jueves, 5 de marzo de 2009

El chándal

En Cuba se han deshecho de los dos ministros de más peso (léase metafóricamente) del régimen por denostar con demasiadas ganas el capitalismo yanki y trabajar a su aire. Digamos que, sucintamente, ese ser indeterminado e indeterminante, Raúl/Fidel Castro, ha decidido que ya es hora de coger el timón y abrir la mano un poco, de cara a la galería, pero sin terminar soltando la moneda. El asunto ha llegado hasta el punto de que los despedidos han abandonado la disciplina del Partido Comunista de Cuba, quizá marcados de por vida por la cruz que los hermanos les han puesto. El problema, supongo, es que su protagonismo empezaba a ser molesto para el verdadero líder. Con las apariciones del preboste enfermo de Sierra Maestra era suficiente para transmitir la sensación de que nada ha cambiado en lo sustancial, que todo seguía como antes, aunque ahora la revolución se hace con un chándal Adidas.

La disidencia, exiliada o local, ve con escepticismo estos movimientos extraños en el gobierno cubano. Miami y La Habana siguen a la misma distancia pese al baile de nombres y los eternos gestos vacíos del régimen. Sarkozy será el siguiente líder en hacer una visita a Raúl Castro y su nuevo ministro de Exteriores, que tendrá las mismas funciones que el anterior, pero más vigiladas. Entre despidos, expulsiones, berrinches y artículos en Granma, la isla continúa aislada, y su eco se disipa entre los pelos de una barba que ha perdido la fuerza. Consecuencias de la involución, que no es lo mismo que revolución.

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