miércoles, 25 de marzo de 2009

Picasso en la plaza

La semana que viene se celebrará en Málaga la primera corrida "picassiana" de la historia. Neologismos al efecto aparte, Picasso era un amante de la tauromaquia y el evento aprovechará su arte para diseñar los trajes de luces de los toreros. Desconozco cuál será el resultado estético del experimento, o si se trata de una extravagancia para resaltar los valores culturales de nuestra tierra, que desgraciadamente van a golpe de aniversarios y conmemoraciones. La otra novedad del evento taurino es que será televisado, y no será a través de Canal Sur, sino en Telecinco, que busca el morbo, si es que lo hay, de la participación de Rivera Ordóñez en el festejo. Me interesa especialmente el aspecto ilustrado del toro, al que sin duda Picasso aportará su color y su contundencia. Su pasión entronca perfectamente con el espíritu del diestro, que se enfrenta al toro con incertidumbre y tensión, pero que busca la inspiración en el albero y la sangre.

Según Javier Ruibal, a Picasso ya se lo decía su abuela, "este niño que es un caso/apunta buenas maneras/pero cuando pinta un vaso/el agua la pone fuera". Rompió muchos esquemas en el arte, pero también en la vida. Su amor por las mujeres, su carácter imprevisible y su libertad infinita fraguaron el mito del malagueñito. Ahora su genio se vuelca en los toros. Puede parecer extraño, sobre todo si Telecinco está por medio, pero será interesante comprobar si la plaza adquiere dejes cubistas o el torero tiene un solo ojo. Nunca se sabe.

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