viernes, 27 de marzo de 2009

Gallardón y octubre

Este otoño se decide en Copenhague si Madrid será la sede de los Juegos Olímpicos de 2016. La experiencia española anterior, en Barcelona, resultó ser espectacular, transformó completamente la ciudad y fue capaz de exportar una imagen moderna de nuestro país, y en vísperas de la futura convergencia económica y monetaria europea. Pero también originó, dado el gasto del evento y su coincidencia con la Expo de Sevilla, una crisis que acabó, lentamente, extinguiendo al gobierno de Felipe González y muchos bolsillos de los españoles. Madrid no necesita esa catarsis, porque según los datos de su candidatura están desarrolladas la mayoría de las infraestructuras. Creo que este tipo de eventos no son la panacea de la universalidad ni la transparencia, pero son capaces de aunar esfuerzos y contagiar un espíritu sano a la ciudadanía. Madrid, villa capital del reino, siempre ha suspirado por los Juegos Olímpicos. Todas las grandes capitales europeas han organizado algunos Juegos en su historia. Algunas, incluso, han repetido.

Gallardón se ha implicado más que nadie en esta aventura. Si no consigue su objetivo en octubre, el proyecto se disipará por saturación, como suele ocurrir con este tipo de candidaturas. Pero si triunfa y se alza con la antorcha griega, la imagen del alcalde rejuvenecerá unos cuantos años. Quizá los mismos años que le alejan de otras responsabilidades de altos vuelos en este país. Ya veremos.

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