domingo, 8 de marzo de 2009

Frío y caliente

Soy poco amigo de los días mundiales y las conmemoraciones pasajeras. El día de la mujer trabajadora, que se celebra hoy domingo, concita entrevistas con las mujeres del gobierno en los periódicos. Esto de pensar en las cuestiones cruciales de la sociedad un día al año, al menos oficialmente, no es un buen ejercicio de gimnasia mental. Y coincide curiosamente (o no) con la redacción de la nueva ley del aborto. Según la ínclita ministra de igualdad, el problema era que la ley no se hubiera aprobado antes. Puede ser, siempre nos ha costado mucho ponernos a la faena a la hora de llevar a las leyes los asuntos espinosos. No se puede legislar en caliente, y tampoco en frío, apuntan los más despiertos. Sólo pediría una cosa, aquello que parece patrimonio de la transición, el consenso de los políticos, más allá de su gusto por su talismán perpetuo, el chivo expiatorio.

Hablando de la temperatura de las leyes, el calor empieza a visitarnos. Es una buena señal. No sé si servirá para calentar las cabezas desentrenadas, pero al menos nos hace sudar, un síntoma de que vivimos.

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