jueves, 26 de marzo de 2009

Imprecisiones

Ayer debatieron en La 1, ante una entendible indiferencia, los represantantes de los estamentos fundamentales del estado. El gobierno, la oposición, los sindicatos, los empresarios y la periodista. Quizá lo más interesante de la mesa sea la templanza de la moderadora, que soporta interrupciones y largas cambiadas de los contertulios que huyen de las preguntas demasiado concretas. Mi sensación del coloquio, más político que práctico, aunque se sobreentienda, es que cada uno defendió sus posiciones, y especialmente el gobierno, en cuyo nombre el Ministro de Trabajo se refugió de las verdades bajo el paraguas del "ya saldremos y será pronto". Poca precisión y demasiada esperanza. Ojalá tenga razón.

Leí hace unas semanas en un suplemento dominical que Canadá era uno de los pocos, o el único, país que no sufría la crisis. Sus reservas y previsiones le hacían inmune a la catástrofe económica que asolaba el resto del mundo. Sí, se trata de un integrante del G-8, con cierto aire a nación fantasma, pero es un ejemplo de diligencia para el resto de economías. Su vecino de abajo se plantea reformar su sistema por completo, mientras que Europa baila entre la escasa popularidad de sus gobernantes y las dificultades prácticas del euro y las políticas comunes. Además de la policía montada y las habilidades de Steve Nash, los canadienses abren camino en esto de la crisis. Deberíamos seguir su ejemplo. Son austeros, responsables y serios. Y no tratan de vender humo ni confundir al personal. Nuestra tertulia apocalíptica en la televisión pública fue plausible, pero poco efectiva a la hora de ilustrar a la audiencia. Pónganse a trabajar, por favor...

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