martes, 17 de febrero de 2009

Resaca

Ha dimitido el ministro japonés de economía por presentarse "indispuesto" ante la prensa después de una reunión del G-8. Podemos hacer muchas lecturas de este asunto. La primera es que se ha convertido en una costumbre alicorarse en las cumbres de los países más importantes, Sarkozy ya lo hizo el año pasado. Lo único que provocó fue la proliferación de vídeos en internet y las burlas del respetable. Parece que dirigir los destinos del mundo, algo que ampulosamente compete a sus naciones, precisa del carburante etílico. Lo que habría que discutir es el listón para la renuncia de los cargos públicos. En España está muy arriba, o más bien, no existe. En otros países, especialmente los nórdicos, las razones para dimitir aquí nos parecen absurdas, infantiles. No estamos acostumbrados a tanta honradez. Cuando alguien abandona su puesto por dignidad, por mala conciencia, por traicionar a los votantes, es cuando más se eleva su figura. En España se sigue pensando que es mucho más conveniente agarrarse bien a la silla y despreciar la crítica. Pero se equivocan, empieza a estar pasado de moda. En esto sí que nos vendría bien practicar los criterios de convergencia europea.

El caso concreto del ministro nipón es curioso. Cualquiera puede abusar de los caldos y tener un mal día. Seguramente con haber pedido disculpas y reconocer su error habría sido suficiente. De hecho, en estas reuniones el alcohol es más habitual que los acuerdos económicos. Pero ha preferido una resaca desagradable a salir del paso. Y eso le honra. Nunca pensé que la bebida se convertiría en protagonista de la política. Nos tienen más acostumbrados a otro tipo de placeres, especialmente el del bolsillo. Pero claro, si dimiten se acabó la silla, se acabó el poder y se acabó el vino. Pobre ministro.

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