lunes, 9 de febrero de 2009

Hablar bien y mal

Vuelve la serpiente negra del hacha a amargarnos la vida, mientras seguimos con ansiedad el curso de la crisis y los espionajes varios. Ahora, siempre, nuestros políticos se tiran los trastos a la cabeza de la forma más infantil y absurda, devolviendo la pelota como un frontón con el manido recurso del "y tú más". También ocurre en la vida, nos protegemos atacando para ocultar cualquier resquicio de debilidad. Luego están las comisiones de investigación, esos engendros maravillosos de confusión, mentiras e intereses compartidos de que, como su propio nombre indica, no se investigue nada y pasen los días reprochándose errores de finales del siglo XX. Esto es muy propio de España, el país en el que la palabra dimisión va camino de desaparecer del diccionario.

Hablando de diccionarios, el profesor Pancracio Celdrán acaba de publicar el libro "Hablar bien no cuesta tanto", cuyo título es simple pero sonrojante. Especialmente para periodistas y políticos, expertos en la invención de coletillas y frases hechas que cada día hacen revolverse a don Fernando Lázaro Carreter en su academia del más allá. No hace falta ensañarse con las retransmisiones deportivas, tan dadas a la improvisación, basta con hojear los diarios serios o escuchar la radio a cualquier hora. Todos podemos hacer algo por mejorar el idioma, simplemente dejando de recurrir a neologismos y expresiones importadas.

Gobierno de España.

Perdón, me ha invadido el tic publicitario.

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