viernes, 13 de febrero de 2009

La dictadura de la imagen

Hablábamos el otro día de los desvaríos de Izquierda Unida, que continúan pese a su lavado de cara. El pasado 31 de enero su nuevo líder, Cayo Lara, acudió a una manifestación en apoyo a la dictadura de Fidel Castro en Cuba. Otro caso curioso de deformación de la realidad e hipocresía inimaginable. ¿Eso que jaleamos allí es lo que queremos para nosotros? Recuerdo que Carlos Santana actuó en una reciente gala de los Oscar portando una camiseta del Che Guevara y un crucifijo. El saxofonista cubano Paquito D'Rivera le recordó que combinar a Cristo con el guerrillero es como introducir una esvástica en una sinagoga. Muchos cristianos fueron fusilados en el curso de la revolución cubana capitaneada por Castro y Guevara.

Esto nos remite a un debate eterno que para mí tiene fácil explicación. La figura del Che, especialmente la famosa imagen de Jim Fitzpatrick que ilustra camisetas y hasta cuerpos en forma de tatuajes, ha sido la elevada a los altares. Su personalidad aventurera y revolucionaria está fuera de toda duda, pero su faceta asesina ha sido hábilmente ocultada para convertirle en una figura ejemplar que se rebela contra las injusticias de América Latina. Se confunde el personaje histórico con la persona, que es algo muy distinto. Y si la campaña propagandística de elogio al guerrillero y a la dictadura encuentra entusiasmo entre nuestros políticos, entonces es que algo funciona mal. ¿Hasta la victoria siempre? Depende de los fines y los medios. El País publicó hace unos meses un editorial sosteniendo esta misma idea y sus propios trabajadores se le echaron encima. Quizá es que no estamos acostumbrados a derribar los mitos.

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