martes, 10 de febrero de 2009

Goles envidiados

Fernán Gómez, en el muy recomendable documental La silla de Fernando, hablaba de esta frase hecha que dice que la envidia es el deporte nacional en España. Él explicaba con lucidez que no convenía confundir la envidia con el simple desprecio, que sí es el esfuerzo físico más practicado por estas tierras. La envidia conlleva un punto de admiración, porque ansiamos lo que el otro disfruta. Envidia sana, se entiende. La malsana sólo trae malos ratos e inquinas, y no produce ningún beneficio para el cuerpo y la mente.

Por eso me divierte el tratamiento deportivo de las competencias, que no competiciones, deportivas. Cuando la cosa enfrenta a un español y un atleta extranjero, antes que las loas a nuestro representante encontraremos el obituario previo de nuestro rival. Lo del respeto al adversario parece haber desaparecido en algunos círculos, los del forofo irredento que atiende a la devoción y no a la afición. Entre sumergirme en esa envidia improductiva y disfrutar de la belleza del gol del vecino, me quedo con lo segundo. Hagan el ejercicio. Si les cuesta, sueñen con Messi o Romario vestidos de blanco. Imaginar no es pecado capital.

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