viernes, 23 de enero de 2009

Miniseries

El cine ya no es lo que era. Ahora nos inundan los telefilmes de actualidad, de buena factura técnica pero de dudoso valor documental. Se ruedan historias sobre hechos que han trascendido en la sociedad y han terminado por convertirse en un asunto de interés nacional. El asesinato de Fago, la desaparición de la niña Mari Luz, el caso Rocío Wanninkhof. En algunas ocasiones versan sobre investigaciones policiales en curso, o señalan a un acusado que no ha sido juzgado aún. Incluso, aun modificando los nombres de los personajes, los castings se encargan de encontrar a actores de gran parecido físico con los protagonistas de las historias originales.

Aprecio que determinados sucesos son llevados a la exageración y el maniqueismo para ir dirigiendo las emociones del espectador. El efecto suele tener éxito, pero es perjudicial para todos. Hasta la policía se siente incómoda ante tanta demostración de los entresijos de sus investigaciones, de sus métodos de trabajo, de sus seguimientos a delincuentes. Quizá estas historias necesiten más tiempo, o simplemente más delicadeza. Lo que no se puede hacer es tratar estos temas como si fueran cualquier cosa. Están demasiado frescos en la mente de mucha gente.

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