martes, 13 de enero de 2009

El acento

Estos días el trajín de la polémica (¿política?) baila entre el caos del aeropuerto y el acento de la señora ministra. Mientras, en la nieve madrileña se diluyen los equipajes y las huelgas de celo. Los políticos, tan dados a difundir cifras y cifras, planes ambiciosos y salvadores, eluden ahora a los desamparados sin-maleta ocultando todo detrás de la fehaciente ineptitud de una compañía privada. Sin embargo, el Real Madrid vuela plácidamente a Palma de Mallorca. El resto de pasajeros esperan sin esperanza que su avión aparezca en esas espléndidas pantallitas con letras amarillas. Allí siguen.

En cuanto a los acentos, parece que la valía de una ministra no debe medirse por su forma de expresarse, sino por su fondo, que por cierto está muy abajo. Finalmente, a la dirigente popular, la estilosa Nebrera, se le ha ido la mano. Ha convertido con mucho interés un comentario desafortunado en un debate nacional. Se dice que los políticos, los de verdad, se encargan de hacer del cinismo su virtud más lucida. Ella ha ido más lejos, se creía lo que estaba diciendo.

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