lunes, 19 de enero de 2009

Crisisgate

Nunca se acaba de tocar fondo, y menos con una crisis de por medio. Y en eso estamos, en intentar salir a flote pese a los escualos que nos amenazan, acechantes. Como ya sabemos por otras experiencias desagradables, las previsiones son imprevisibles. O quedarse corto, o excederse en las cábalas. Suele cumplirse la primera premisa, sobre todo por el instinto de supervivencia. Si empezamos augurando un desastre mínimo, podemos ir añadiendo apéndices hasta convertir una mala racha en la mayor crisis de la historia. Se trata de ganar tiempo, mientras otros pierden bastante más que eso.

¿La economía es el principal problema de los ciudadanos? Parece que sí, o al menos eso señalan las encuestas. Sin embargo, leyendo las portadas de los diarios de los últimos días, la dimisión del presidente cacique del Real Madrid ha sido elevada a los altares de las primicias del siglo. Y tampoco es para tanto. Al fin y al cabo, solo es fútbol, al menos eso se pretende. Y por favor, que acaben con el sufijo sangrante de la caída de Nixon para ponerle un nombre a todos los escándalos. Ese gate maldito. Leer en los periódicos que el Naníngate tumba a Ramón Calderón causa cierta vergüenza ajena.

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