Nunca se acaba de tocar fondo, y menos con una crisis de por medio. Y en eso estamos, en intentar salir a flote pese a los escualos que nos amenazan, acechantes. Como ya sabemos por otras experiencias desagradables, las previsiones son imprevisibles. O quedarse corto, o excederse en las cábalas. Suele cumplirse la primera premisa, sobre todo por el instinto de supervivencia. Si empezamos augurando un desastre mínimo, podemos ir añadiendo apéndices hasta convertir una mala racha en la mayor crisis de la historia. Se trata de ganar tiempo, mientras otros pierden bastante más que eso.
lunes, 19 de enero de 2009
Crisisgate
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