martes, 27 de enero de 2009

El futuro

Póngase usted a pensar qué haría si el invento más importante de la última época no existiera. Internet, el refugio del aburrimiento, fuente de conocimiento y perversión, negocio planetario, salvación de quienes buscan, satisfacción de los que encuentran, mar de mensajes en botellas de plástico, identidades transparentes, tiendas de megabytes, periódicos en papel de bocadillo, conversaciones espalda a espalda, amores inalámbricos, escritorios de píxeles, trabajos copiados, música electrónica, principio del fin.

En la red de redes, como se decía antes, uno puede hacer cualquier cosa salvo comer. Quién sabe. Quizás algún día podamos degustar un solomillo con patatas a través de la pantalla. El problema es que internet ha creado unas necesidades insustituibles. Pero la necesidad misma consiste en acceder a la red, no importa tanto qué vayamos a hacer dentro. Comprar, vender, escribir, enviar, consultar, leer, dormir. Crea una adicción peligrosa de la que uno se desintoxica difícilmente, sólo alejándonos de la tecla y el ratón para experimentar el placer del aire libre, del papel y del boca a boca respiramos algo de aire puro. Hace quince años no existía internet, y el mundo giraba, los periodistas trabajaban, los escritores escribían, los periódicos se vendían, las cartas llegaban a su destinatario. No es una visión romántica de las comunicaciones, es el realismo de quien tiene miedo de imaginar cómo serán las cosas dentro de quince años. Tal vez alguien esté dispuesto a casarse con su ordenador.

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