jueves, 29 de enero de 2009

Esperanza

En el supermercado una madre pesarosa opina sobre la crisis: "lo peor viene para los hijos, que son los que tienen las hipotecas". Aquel dicho soez de "vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos" delata a una juventud a ratos emprendedora, a ratos acomodada, pero que siempre albergó esperanzas de una prosperidad mediana. Ahora hay motivos para perder la esperanza, pero es preferible conservarla, aunque sea en un rincón escondido. Es conveniente mirar hacia delante antes que tropezarnos con los recuerdos del pasado, que nos traen un olor a bolas de alcanfor caducadas, como decía Azcona. La esperanza es mejor que la nostalgia. La nostalgia de los buenos tiempos no nos solucionará los problemas.

Ayer se habló en la Asociación de la Prensa, también al hilo de la crisis, de las rodillas de los jugadores del Granada hincadas en el césped de Los Cármenes. Se sometían, suplicaban o llamaban la atención a su deudor del palco, el insolvente e incapaz presidente. Allí no estaba. De rodillas frente a nadie para reclamar lo que es suyo. En los telediarios destacaban "el equipo se sobrepuso a las dificultades y acabó ganando 1-0". Definitivamente, es difícil conservar la esperanza. Hay que rendirse a la imaginación.

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