lunes, 1 de diciembre de 2008

Entrenovista

La entrevista al preso más famoso de España pareció concitar el interés de los televidentes. Resulta ser un personaje interesante. Aúna la campechanía populista de los políticos bananeros con una pretensión extraña de dar pena al respetable. Creo que no consiguió su objetivo, por más que dulcificara su voz y tratara de ocultar tras ese bigote los millones que tiene quién sabe dónde.
Es sangrante premiar a un delincuente con un dineral para que hable contigo, pero es más sangrante aún que se vaya de rositas porque el entrevistador adopta una posición de colega, de compadecer y compartir sonrisas con el condenado. La meliflua pose del periodista hizo que Julián Muñoz saliera bien parado del supuesto tercer grado. Después de quedar bien delante de las cámaras y responder a preguntas sobre la tonadillera se marchó a dormir a la cárcel. Supongo.

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