viernes, 19 de diciembre de 2008

Imposible

Se suele acudir al chascarrillo de Groucho Marx, aquella frase célebre "la televisión es muy educativa. Cuando alguien la enciende, me voy a otra habitación y leo un libro". Hoy sería justamente al revés. El rito de la lectura íntima, descifrando las palabras, saboreando en nuestro cerebro imágenes opacas ha decaído bastante. En cambio, la televisión, ahora en su punto álgido de audiencias, atrapa a millones y millones de personas abotargadas ante tanta estupidez frecuente. Películas de calidad, inexistentes, ya se sabe que el blanco y negro causa peores alergias que el polen y el olivo. Música en directo, imposible, reduciéndonos a actuaciones enlatadas de artistas dudosos. Informativos rigurosos, pecado capital, conviene esa mezcla de sangre, sucesos, declaraciones políticas y deportes.

El problema tiene difícil solución. Reafirmarnos en el chiste de Groucho sería temerario, el que menos y el que más conoce algún momento o personaje televisivo vergonzante. El asunto sería pensar menos en los beneficios de la cartera y más en los beneficios de la gente. Pero eso sí que es imposible. Mientras tanto, queda refugiarse en ese cine que programan de madrugada, en esas canciones que sobrevuelan nuestra cabeza, en ese periodismo valiente que Carmen Sarmiento practicaba, como mucha otra gente. Tendré que hacer memoria, ¿hace cuánto que no vemos una comedia de los hermanos Marx?

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