miércoles, 17 de diciembre de 2008

Tiburones

Resulta que a los prebostes de la banca y a los inversores más expertos también les engañan como a todo hijo de vecino. No consuela demasiado, es verdad, pero es una forma de constatar que los tiburones, como aquel Gordon Gecko de Wall Street, son carnívoros, y no acostumbran a compartir su comida. Más preocupante aún es el desastre de los organismos de control y la pujanza de la estafa como modo de vida. Los multimillonarios han perdido un dinero que a cualquiera nos solucionaría siete vidas y la de nuestro gato.

Mientras tanto, el frío parece aflojar sin hacerlo del todo, y nos entregamos a la arbitrariedad de las bolitas de los niños de San Ildefonso para tapar los agujeros negros. Menos mal que no confiamos al tal Madoff los eurillos ahorrados, ahora no podríamos ni comprar un décimo. Eso sí, el famoso broker ya está en su casa después de abonar una generosa fianza. Yo me presto a ser su asesor financiero, pero que no me muerda la mano.

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