martes, 9 de diciembre de 2008

Fútbol

El deporte en España siempre ha sido motivo de conversación. Mejor aún que los incidentes meteorológicos, el fútbol es el tema que nunca defrauda en las charlas de ascensor. Es sinónimo de pasión, de controversia y, lo mejor de todo, es el tema idóneo para quien no frecuenta las tertulias elevadas. Es sencillo pasar de aficionado a experto y descansar así de tanta solemnidad cuadriculada, desahogarse analizando la defensa y el ataque, juzgar al árbitro y condenarlo a perpetuidad.

Si dejamos a un lado las excelencias del deporte, los goles, los regates, las genialidades, encontramos un mundo oscuro que se hace sitio en las páginas de los periódicos y en cada minuto de televisión. Esa conjunción perversa de partidos amañados, presidentes charlatanes, violencia en las gradas, asuntos personales. Ningún otro deporte excluyendo al ciclismo soporta tantos achaques. Llegará un día en que disfrutemos con el fútbol, del espectáculo y no del dinero, de la pelota y no de tantas polémicas absurdas. Fernán Gómez lo cuenta en un anuncio de cerveza. Los domingos, la radio, la quiniela. Yo me quedo con eso, lo demás no me interesa.

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