lunes, 8 de marzo de 2010

Igualdad

El presidente del gobierno salió este fin de semana en defensa del ministerio de igualdad. Esto ocurre después de dos resoluciones aprobadas por la mayoría de la cámara en las que se insta al ejecutivo a reducir una vicepresidencia y dos ministerios, consiguiendo, en conjunto, reducir un 25% el número de altos cargos. Zapatero afirmó que el ministerio existirá “durante mucho tiempo”, aludiendo a su austeridad y a la justicia que defiende tras décadas de oprobio hacia las mujeres. Desgraciadamente para el presidente, sospecho que si las próximas elecciones provocan un cambio de gobierno, su ministerio preferido desaparecerá sin demasiada compasión pese a su ánimo por mantenerlo. Quizá la inutilidad de la cartera venga precedida por la figura de su titular, Bibiana Aído, joven e inexperta (no son dos términos obligatoriamente unidos), y con un cierto gusto por el sectarismo. La igualdad se asocia con la aplicación de los derechos de los ciudadanos. Todos deben poseer la misma capacidad para ejercerlos.
Hablamos de igualdad de derechos para los inmigrantes, para los jóvenes, las mujeres, los trabajadores o los educadores. No obstante, el ministerio estrella de la legislatura no pelea contra todas las desigualdades. Sin escaso ánimo de rectificación, tanto el presidente como la ministra hablan exclusivamente de la situación de las mujeres, eliminando de un plumazo el resto de injusticias que reposan en nuestro sistema. El final de la violencia doméstica es un reto irrenunciable contra el que se trabaja muy seriamente. Sin embargo, ni siquiera se vislumbra el objetivo obligatorio de la equiparación de salarios entre hombres y mujeres, o el problema de la escasez de féminas en puestos de responsabilidad y la gestión del talento. Más bien se percibe la promoción de campañas pintorescas y a menudo inútiles, o el desarrollo de leyes como la del aborto, más propio de la sanidad y los asuntos sociales que del ministerio más joven de la democracia. El presidente sale a la palestra para defender un ministerio imprescindible. Algo chirría en la ecuación.

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