martes, 9 de marzo de 2010

Caos

El consejero de interior catalán ha pedido disculpas por la descoordinación que generó ayer el caos absoluto por la nieve en Barcelona. Sin embargo, mata al mensajero, en este caso los servicios meteorológicos, que se quedaron cortos con la intensidad de las tormentas. Buenafuente relató a través de Twitter las complicaciones derivadas del tiempo, y terminó por cancelar la emisión de su programa cuando comprobó que ni siquiera podía salir de su casa. Tiene su gracia que el apocalipsis de la Barcelona moderna llegue poco después del anuncio de que la ciudad pretende acoger unos Juegos Olímpicos de invierno pese al escepticismo de muchos. Pese al rifirrafe con la candidatura aragonesa, el alcalde Hereu está decidido a continuar para revivir la magia olímpica que ya iluminó Barcelona en 1992. En la calle se lo han tomado con filosofía y buen humor, y circulan vídeos de improvisadas competiciones de curling, ese deporte incomprensible que genera pasiones entre los entendidos.
De la participación española en Vancouver algún malicioso se ha felicitado de que nadie haya vuelto con un hueso roto. La representación de nuestros deportistas ha sido peor que discreta. Sin embargo, no toda la culpa es suya. La evolución de los deportes de la nieve ha sido nula en los últimos años, por eso resulta aún más extravagantes reclamar la organización de un evento de esas características. Y poco ayuda la imagen del colapso a los ojos de los posibles electores. De la conveniencia económica del asunto mejor ni hablamos. Ya lo sabemos. La siguiente nevada, volveremos a comentar lo mismo.

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