jueves, 25 de marzo de 2010

Elogio de la distancia

La universidad más desconocida, esa en la que afortunadamente no abundan exaltados e intolerantes, no tiene clases al uso, ni profesores duros, ni partes de asistencia, ni siquiera secretarías caóticas. No, no es el paraíso del estudiante. Ángel Gabilondo la llama la universidad más social. Es la UNED, el espacio para muchos estudiantes sacrificados, entrados en años, curiosos o simplemente para quienes buscan un nuevo proyecto de ilusión en la vida. Por eso, quizás, pasa desapercibida. En la jungla de la formación, donde cada vez hay precisamente más forma y menos fondo, se agradece encontrar instituciones preocupadas por sus alumnos, que valoran su trabajo y tratan de ofrecerle la mejor enseñanza posible. La universidad es una elección personal que trasciende la mera vocación laboral. Significa mucho más. Con ese ánimo, miles de alumnos buscan en la distancia un nuevo modo de aprender aunque se presenten dificultades, muchas horas de trabajo y pocas de sueño.

Además de social es internacional. Un estudiante puede examinarse en otras capitales europeas. Las facilidades son máximas, pero la exigencia también. Aprender y adentrarse en el conocimiento sin el apoyo del profesor del día a día complica el trabajo. Sin embargo, las comunicaciones han acortado las distancias, y la cooperación entre los alumnos y los tutores es muy positiva.
Muchas gracias a la UNED por dar oportunidades. Eso, que parece tan simple, es difícil de encontrar. En una palabra: ilusión.

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