sábado, 13 de marzo de 2010

Delibes

El elogio no debilita, sonroja. Y suele ocurrir con los más grandes. En vez de hinchar los pulmones hasta casi desabotonar su camisa, permanecen quedos, como esponjas, balbuceando palabras de humildad verdadera. Delibes era uno de esas personas, jurista, periodista, escritor, académico y hombre de campo. El premio Nobel del que tanto se habla no le interesaba mucho, especialmente por el terror a los meses continuados de entrevistas y autopromoción.

El primer libro que provocó en mí una sensación especial, desasosegante, de empatía incómoda con un personaje, fue El Camino. Los desvelos del Mochuelo y su desconfianza hacia la nueva vida que le esperaba, la crudeza de su entorno, me hacían reflexionar sobre el alma de los libros y las diferencias entre la novela y nuestro mundo. Cuántos momentos de duda nos asaltan.

Lo sencillo es siempre más interesante. Para un escritor que cazaba, o un cazador que escribía, esta premisa edificó una obra generosa y ejemplar de la que se cuentan en estos días innumerables loas y elogios. Algunos más sonrojantes que otros, pero en definitiva justos. No estaría de más que el Valladolid hiciera el favor de sobrevivir en primera división, aunque solo fuera por satisfacer los anhelos de un literato amante del campo, las letras y una pelota.

No hay comentarios: