jueves, 16 de abril de 2009

Negocios

Gracias a YouTube, la panacea de lo audiovisual y el invento más fulgurante del internet de los últimos años, nos topamos de cuando en cuando con sucesos que nos hacen sonreír, sólo algunas veces. Susan Boyle, una mujer británica de 47 años, poco agraciada físicamente y con apariencia de gobernanta de internado ha participado en las pruebas del programa Got Talent, un formato parecido a Operación Triunfo, para formar parte del grupo final de concursantes que optará a ganar el concurso. Inesperadamente se ha convertido en un fenómeno de internet. El vídeo supera ya los 11 millones de visitas y en los foros no se habla de otra cosa. Hace dos años ocurrió algo parecido en el mismo programa. Paul Potts, un empleado de una tienda de telefonía interpretó el aria Nessun Dorma de la ópera Turandot y convirtió las dudas iniciales del jurado en lágrimas de emoción y sorpresa. Al hecho de encumbrar a desconocidos como estrellas de la música en un minuto se une la difusión máxima que permite YouTube, un proyecto de muchos millones de dólares que es ya una forma de aprovechar el tiempo libre ahora que el ordenador se ha convertido en un desahogo para las ansiedades.

Internet en sí mismo es todo un fenómeno: Twitter, Facebook, Mozilla, Gmail o Flickr son algunos de los negocios más redondos en esta economía en crisis. Mientras que las grandes empresas atraviesan dificultades enormes para subsistir, estas pequeñas compañías, surgidas de las ideas de inteligentes emprendedores, aprovechan su gran momento y reciben ofertas de compra inimaginables hace tan sólo unos años. Las compras de dominios alcanzan el nivel de subastas de arte y cada vez abundan más los jóvenes millonarios que manejan su destino desde el ordenador de su casa. Los tiempos están cambiando, pero la clave siguen siendo las buenas ideas. Esas que tanto hacen falta hoy.

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