jueves, 2 de abril de 2009

En las cumbres

En la prensa aparecen las fotografías de la cumbre de Londres. Y una televisión dice: "las esposas, como indica el protocolo, realizan un paseo por los jardines y los hombres, al despacho a trabajar". En las imágenes, se acumulan los mandatarios por un lado y sus mujeres por otro. Desconozco a qué categoría pertenece Angela Merkel, o si su marido ha tomado parte en estos fastos económicos en su categoría de consorte. La reunión que según los más optimistas dará soluciones contra la crisis y según los realistas no servirá para nada ha comenzado esta mañana. Ayer tuvo lugar, Reina Isabel II mediante, una cena de gala para todos los invitados. No escatimaron en pompa. Obama viaja por primera vez a Europa como la gran esperanza blanca e intentará dejar su sello y su trabajada oratoria. Como fuente de inspiración para El Ala Oeste y los amantes de las relaciones internacionales la reunión tendrá su miga. El resto de los mortales seguiremos su curso con escepticismo. En la pasada edición de Washington las conclusiones fueron tan difusas que desaparecieron en el tiempo. No veo por qué el componente geográfico debe cambiar la tónica. Quizá el cambio horario despierte las mentes de algunos.

Sarkozy, aliado con la racional Merkel, avisa. Dice que se levantará de la reunión si no se ofrecen soluciones concretas a la crisis financiera. Eso de ausentarse de repente es de mala educación, pero el asunto no la requiere excesivamente. Para proponer salidas viables a esta situación habrá de llegar el acuerdo. Obama, el prócer ejemplar, el profeta de la esperanza, lleva la voz cantante. Ignoro si el personal estará por la labor de corear sus odas al entendimiento u optará por el pragmatismo. Cuando se alinean dos bandos, lo interesante está en los últimos en apuntarse al carro. Los indecisos, como los que eligen de niños entre el Barça y el Madrid.

No sé qué cumbre será más productiva, si la de las mujeres que pasean por los jardines y se cuentan confidencias o la de sus maridos, encorbatados, crecidos y saciados por los manjares de la monarca británica. El resultado, en breves momentos.

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