martes, 14 de abril de 2009

Golpes de efecto

Un rector de Universidad, una guionista y directora de cine, un político de profesión y el inefable presidente de la Junta de Andalucía son los nuevos ministros del gobierno de España. Lo que parecía un retoque inevitable ha terminado en escabechina, y con el argumento del “cambio de ritmo” se ha justificado una rectificación de personas y proyectos. Las competencias de universidades vuelven al Ministerio de Educación (corres-pondían a Ciencia y Tecnología, aunque parezca extraño), el cacareado ministerio del deporte se ha evaporado y se confirma que su anuncio espontáneo hace unos meses fue debido a un espasmo de alegría del presidente. El caso de José Blanco es curioso. Siem-pre dijo que no quería formar parte del gobierno (con la boca pequeña) y ahora celebra sin rubor su nombramiento para tan alta responsabilidad. El Fomento, anteriormente MOPTMA, antes MOPU e inicialmente Ministerio de Obras Públicas, es el departamen-to perfecto para echar en cara retrasos y deficiencias en las comunicaciones del país. Así lo hicieron mejor o peor todos los ministros del ramo. Siempre hay una buena excusa para no cumplir los objetivos. La nieve, los errores de los antecesores, los gobiernos autonómicos, el sastre de Camps o la cacería de Garzón.

Los cambios de ministros, como los cambios de entrenador a mitad de temporada, no suelen reportar los objetivos esperados. Los golpes de efecto sólo funcionan en el final de las películas, sorprenden al espectador y remueven sus ideas preconcebidas. Aquí ocurre lo contrario. El hastío se multiplica cuando el presidente dice hace semanas que confía en su equipo y ahora introduce cinco cambios en ministerios importantes. Desde la oposición se vislumbra un deseo de catástrofe que les haga acreedores del triunfo en las urnas. Un deseo perverso pero frecuente en las nuevas maneras de la política española. Posiblemente este gobierno no cumplirá los cuatro años. Tiene a casi todos los partidos en su contra, faltos de paciencia y mareados por los cambios de opinión. Veremos si los nuevos ministros dan un aire distinto, pero no acabarán con los vientos de pesimismo que se respiran en las calles. Ni siquiera en Andalucía, ahora que Chaves no está.

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