viernes, 3 de abril de 2009

Cine en Málaga

He leído que el Festival de Cine de Málaga, que se celebrará dentro de dos semanas, se ha convertido en el nido de los directores primerizos. De las catorce películas a concurso, ocho son obra de realizadores noveles. La razón principal de esta apoteosis de juventud es que los directores consagrados no quierenpresentar sus películas e irse de vacío en el palmarés. Enseñarían sus cartas demasiado pronto, y si el público o la crítica no apreciaran demasiado su trabajo, el riesgo de estrellarse con la taquilla sería más que evidente. El Festival de Málaga, que este año homenajea a Juan Diego, es un certamen de cine español, esa marca artística difusa, irregular, que pelea contra sus mayores enemigos, el cine americano y las descargas por internet. Esto es lo que dicen desde el Ministerio de Cultura, la SGAE y la Academia del Cine. Un argumento débil que oculta la crisis de creatividad y la repetición de modelos desgastados.

Es interesante la participación de nuevas caras del cine en este tipo de festivales. Acostumbrados a lo seguro, siempre aparecen sorpresas (escasas) entre las cintas españolas cada año. La película de Almodóvar, Los abrazos rotos, no ha funcionado entre el público pese al tirón del Oscar de Penélope Cruz y la espectacular promoción que llena carteles desde hace dos semanas. En cambio, Mentiras y gordas, una película de adolescentes, repleta de estrellas televisivas y efectismo ha arrasado entre la juventud y se ha colocado como la primera elección de los espectadores en unos días. Este éxito inesperado rebate el mal perpetuo de las descargas informáticas. Cualquiera podría bajarse la mencionada Mentiras y gordas y disfrutarla en casa gratis, pero la mayoría ha preferido acudir a las salas. También competía con cine americano, y ha superado a las películas de Hollywood. No es cuestión de desmontar mitos. A veces las nuevas propuestas funcionan, aunque no sean buenas películas. Se trata de enganchar al espectador desde el primer momento. No se puede culpabilizar al público y atribuirle todos los males del cine español. El que logra dar con la tecla y acertar, triunfa. Los demás seguirán nadando entre los tópicos, peleados con la crítica y el sexo de los ángeles. Los ángeles de verdad, no los de California.

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