
Alegra saber que este delincuente no volverá a asesinar, pero desasosiega escuchar muchas otras cosas. No me interesa saber si acostumbra a echar mano de psicotrópicos, si bajaba a la calle con peluca o si guarda una pistola bajo la almohada. Me interesa saber que este especimen asesinó a dos personas a sangre fría, por la espalda, y en nombre de una causa falsa, injusta y manipulada que se ha llevado por delante a más de 900 personas en España.
No nos cuesta trabajo enumerar a los asesinos, abren los telediarios a poco que peguen cuatro coces al cristal que les encierra en el juicio. El problema es que seguramente nos sería difícil recordar a los que ya no están y pudieron ver la cara de su verdugo.
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